El sistema patriarcal y capitalista, reforzado por el extractivismo, está afectando al medio ambiente y los impactos del cambio climático recaen de manera desproporcionada sobre las mujeres -rurales, principalmente- de ahí la necesidad de pensar en un modelo de desarrollo que integre la justicia ambiental con justicia de género, y que priorice la sostenibilidad ambiental y de la vida.
Dicho modelo de desarrollo se basa en la solidaridad entre géneros y generaciones, promoviendo igualdades y la protección de los derechos de las mujeres indígenas y afrodescendientes ante los impactos ambientales que se viven actualmente. No hay justicia ambiental sin justicia de género.