El ejercicio de la violencia contra las mujeres es una práctica que niega el derecho de ser “cuerpos independientes”. Se sostiene en la lógica patriarcal de apropiación del cuerpo de las mujeres, de control sobre su sexualidad y su capacidad reproductiva.
Es una práctica que pretende ser justificada culturalmente, negando el ejercicio de la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos, sobre su vida, sobre su trabajo, educación, participación política y acceso a recursos.
La violencia es la expresión más elocuente de un andamiaje patriarcal consolidado en el estado y la sociedad.
Las distintas manifestaciones de la violencia permiten su clasificación en tipos de violencia: psicológica, física y sexual. Aunque estas tipologías aproximan a sus múltiples formas de expresión, no la agotan, surgiendo nuevas manifestaciones que remozan las prácticas de apropiación del cuerpo de las mujeres, que se complejizan con el flujo de fuerzas modernizadoras, de destradicionalización y de vigencia de culturas regidas por pautas patriarcales.
En Bolivia, los datos observan la falta de decisión y de autonomía de la mujer, por una relación de subordinación a la autoridad del marido, a los condicionamientos que se desprenden de su condición de esposa, y de la manera en que se construyen la representación y el rol de esposa.
El ejercicio de la violencia contra las mujeres es una práctica que niega el derecho de ser “cuerpos independientes”. Se sostiene en la lógica patriarcal de apropiación del cuerpo de las mujeres, de control sobre su sexualidad y su capacidad reproductiva.
Es una práctica que pretende ser justificada culturalmente, negando el ejercicio de la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos, sobre su vida, sobre su trabajo, educación, participación política y acceso a recursos.
La violencia es la expresión más elocuente de un andamiaje patriarcal consolidado en el estado y la sociedad.
Las distintas manifestaciones de la violencia permiten su clasificación en tipos de violencia: psicológica, física y sexual. Aunque estas tipologías aproximan a sus múltiples formas de expresión, no la agotan, surgiendo nuevas manifestaciones que remozan las prácticas de apropiación del cuerpo de las mujeres, que se complejizan con el flujo de fuerzas modernizadoras, de destradicionalización y de vigencia de culturas regidas por pautas patriarcales.
En Bolivia, los datos observan la falta de decisión y de autonomía de la mujer, por una relación de subordinación a la autoridad del marido, a los condicionamientos que se desprenden de su condición de esposa, y de la manera en que se construyen la representación y el rol de esposa.