De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), desde el Censo de 1976 hasta el Censo de 2012, cerca del 90% de las mujeres de 19 o más años logró alcanzar algún nivel de instrucción. El mayor avance se reporta en secundaria.

En el área urbana, el 39,2% alcanzó al nivel de secundaria, mientras que el 30,6% llegó hasta nivel superior y el 23,3%, solo hasta primaria. El 6,7% no logró ningún nivel de instrucción.

De acuerdo al área de residencia se observa la persistencia de la asimetría educativa entre el área urbana y rural en todos los niveles. Si bien las brechas se han ido acortando con el tiempo, éstas se manifiestan aún de manera importante.

Así, el porcentaje más significativo corresponde a primaria. El 43,2% de las mujeres alcanzó este nivel, el 26,5% secundaria y solo el 6,3% el nivel superior. Llama la atención que un 23,6% no logró ningún nivel de instrucción.

Con relación a los hombres, las brechas más significativas son, para el área urbana, en secundaria, con 7,8 puntos porcentuales a favor de la población masculina, y 14,8 puntos para el área rural, en “ninguno”, para la población femenina. Es decir que en el área rural hay más mujeres que hombres que no lograron alcanzar ningún nivel de instrucción.

El acceso a la educación es uno de los ámbitos que mejor refleja las desigualdades existentes entre hombres y mujeres; las relaciones de dominación producidas, instituidas, naturalizadas y reproducidas desde las estructuras económicas y socioculturales nos plantean —más allá de la matrícula femenina— la necesidad de construir una educación despatriarcalizada, realmente emancipadora y liberadora de las potencialidades de las mujeres, con desafíos para todos los niveles de gobierno del Estado y de la sociedad.

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